La vieja descarada ni siquiera miró el hecho de que era su joven hijo y le hizo follar en todas las posiciones conocidas. Se notaba, por sus gritos apasionados, que le gustaba el cuerpo joven del chico y su juguetón amigo. Da la sensación de que si hubiera podido, se habría tragado no sólo la polla con placer, sino al hijo entero. La madre no era ajena a los placeres sexuales y enseñó mucho al joven seductor.
Los chicos van y vienen, y el dinero y el buen sexo nunca hacen daño a una chica. Podías ver cómo se le iluminaban los ojos al ver los billetes, y con qué placer mal disimulado le frotaba la polla con la lengua.